Las malditas dos horas (XI) El fin

     La cosa va por fin así: es casi una rendición; La lideresa quiere negociar o sea que después de las elecciones y las vacaciones se ha convocado por fin la mesa sectorial. No solo eso, ya hay víctimas en la Consejería. Con la prudencia razonable, los rumores indican que después del parto de Lucía Figar y de las elecciones (en las que el PP perdió 37.000 votos con respecto a las últimas generales, en las autonómicas votan menos y menos gente), Lucía está políticamente muerta.

     Un poco al estilo de Güemes, actualmente en el consejo de administración de Pocoyó y conspirador para ser ministro (sin resultado, claro).  O como el  ex consejero Lamela, el de las falsas acusaciones sobre las sedaciones en el Severo Ochoa, que ahora está de negocios en la sanidad privada. Puede ser que Lucía Figar, con mucha autoestima y por tanto imprudente y con muy muy poco tacto, esté ya liquidada políticamente. Lo mismo, repito que otros colaboradores de la Lideresa: Güemes, Lamela y González.

     Más cercano es la destitución de Miguel Zurita Becerril el 19 de enero. Para el que no lo sepa, este señor era jefe de la hasta ahora anodina dirección generla de RRHH (recursos humanos, antes personal). La Lideresa puso en un puesto que era meramente técnico a un tiburón listillo. Según parece, él fue el que se le ocurrió la idea de meter dos horas más a capón. Sin consultar siquiera a los sindicatos amarillos, sin prever que la ola de traslados provocaría a todo el mundo.  

     Se dirá razonablemente que negociar no es rendirse. Pero en la política madrileña la mente de la extrema derecha subvencionadora de los negocios privados  negociar sí es rendirse. Lo dijo la Lideresa; nunca se bajrá de las 20 horas. Los profes ya no tienen casi nada que hacer, simplemente que se vayan muriendo políticamente los torpes: Zurita, Figar, como pasó con Lamela y sus acusaciones de asesinato al equipo de anestesistas del hospital Severo Ochoa. 

        Han perdido, ya veremos cuánto y cómo.